jueves, 22 de octubre de 2009

20% EVALUACIÓN BIMESTRAL - IDRISCA - CUARTO BIMESTRE 2009

GUIA ESTUDIO - IDRISCA Estimados estudiantes con la lectura que esta a continuación usted presentará un trabajo escrito personal, donde pondrá en práctica la técnica IDRISCA; TÉCNICA DE LECTURA: Una propuesta para leer "A puro pulso" en todos los espacios académicos.

Lectura de análisis indivi­dual; el estudiante debe escribir; así:
Identificar palabras claves: estas se encuentran varias ve­ces en el párrafo o tiene rela­ción con el tema.
Definir palabras claves: el estudiante da el significado a la palabra y luego la consulta en el diccionario
Relacionar pala­bras claves: con las palabras y defini­ciones dadas el estudiante está en capacidad de escri­bir un texto.
Ideograma: realiza un dibujo.
Síntesis: realiza el resumen del TEXTO.
Conclusiones: a que llega con la lectura.
Aporte personal: qué le deja para su vida lo leído.
Este trabajo vale el 20 % de la evaluación Bimestral.
CAPÍTULO V
EL FOMENTO DE LA PAZ Y LA PROMOCIÓNDE LA COMUNIDAD DE LOS PUEBLOS
Introducción
77.
En estos últimos años, en los que aún perduran entre los hombres la aflicción y las angustias nacidas de la realidad o de la amenaza de una guerra, la universal familia humana ha llegado en su proceso de madurez a un momento de suprema crisis. Unificada paulatinamente y ya más consciente en todo lugar de su unidad, no puede llevar a cabo la tarea que tiene ante sí, es decir, construir un mundo más humano para todos los hombres en toda la extensión de la tierra, sin que todos se conviertan con espíritu renovado a la verdad de la paz. De aquí proviene que el mensaje evangélico, coincidente con los más profundos anhelos y deseos del género humano, luzca en nuestros días con nuevo resplandor al proclamar bienaventurados a los constructores de la paz, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9).
Por esto el Concilio, al tratar de la nobilísima y auténtica noción de la paz, después de condenar la crueldad de la guerra, pretende hacer un ardiente llamamiento a los cristianos para que con el auxilio de Cristo, autor de la paz, cooperen con todos los hombres a cimentar la paz en la justicia y el amor y a aportar los medios de la paz.
Naturaleza de la paz
78. La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia (Is 32, 7). Es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta justicia, han de llevar a cabo. El bien común del género humano se rige primariamente por la ley eterna, pero en sus exigencias concretas, durante el transcurso del tiempo, está cometido a continuos cambios; por eso la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer. Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno constante dominio de sí mismo y vigilancia por parte de la autoridad legítima.
Esto, sin embargo, no basta. Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicación espontánea entre los hombres de sus riquezas de orden intelectual y espiritual. Es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz. Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar.
La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres.
Por lo cual, se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para que, viviendo con sinceridad en la caridad (Eph 4,15), se unan con los hombres realmente pacíficos para implorar y establecer la paz.
Movidos por el mismo Espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que, renunciando a la violencia en la exigencia de sus derechos, recurren a los medios de defensa, que, por otra parte, están al alcance incluso de los más débiles, con tal que esto sea posible sin lesión de los derechos y obligaciones de otros o de la sociedad.
En la medida en que el hombre es pecador, amenaza y amenazará el peligro de guerra hasta el retorno de Cristo; pero en la medida en que los hombres, unidos por la caridad, triunfen del pecado, pueden también reportar la victoria sobre la violencia hasta la realización de aquella palabra: De sus espadas forjarán arados, y de sus lanzas hoces. Las naciones no levantarán ya más la espada una contra otra y jamás se llevará a cabo la guerra (Is 2,4).
Sección I.- Obligación de evitar la guerra
Hay que frenar la crueldad de las guerras
79. A pesar de que las guerras recientes han traído a nuestro mundo daños gravísimos materiales y morales, todavía a diario en algunas zonas del mundo la guerra continúa sus devastaciones. Es más, al emplear en la guerra armas científicas de todo género, su crueldad intrínseca amenaza llevar a los que luchan a tal barbarie, que supere, enormemente la de los tiempos pasados. La complejidad de la situación actual y el laberinto de las relaciones internaciones permiten prolongar guerras disfrazadas con nuevos métodos insidiosos y subversivos. En muchos casos se admite como nuevo sistema de guerra el uso de los métodos del terrorismo.
Teniendo presente esta postración de la humanidad el Concilio pretende recordar ante todo la vigencia permanente del derecho natural de gentes y de sus principios universales. La misma conciencia del género humano proclama con firmeza, cada vez más, estos principios. Los actos, pues, que se oponen deliberadamente a tales principios y las órdenes que mandan tales actos, son criminales y la obediencia ciega no puede excusar a quienes las acatan. Entre estos actos hay que enumerar ante todo aquellos con los que metódicamente se extermina a todo un pueblo, raza o minoría étnica: hay que condenar con energía tales actos como crímenes horrendos; se ha de encomiar, en cambio, al máximo la valentía de los que no temen oponerse abiertamente a los que ordenan semejantes cosas.
Existen sobre la guerra y sus problemas varios tratados internacionales, suscritos por muchas naciones, para que las operaciones militares y sus consecuencias sean menos inhumanas; tales son los que tratan del destino de los combatientes heridos o prisioneros y otros por el estilo. Hay que cumplir estos tratados; es más, están obligados todos, especialmente las autoridades públicas y los técnicos en estas materias, a procurar cuanto puedan su perfeccionamiento, para que así se consiga mejor y más eficazmente atenuar la crueldad de las guerras. También parece razonable que las leyes tengan en cuenta, con sentido humano, el caso de los que se niegan a tomar las armas por motivo de conciencia y aceptan al mismo tiempo servir a la comunidad humana de otra forma.
Desde luego, la guerra no ha sido desarraigada de la humanidad. Mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de medios eficaces, una vez agotados todos los recursos pacíficos de la diplomacia, no se podrá negar el derecho de legítima defensa a los gobiernos. A los jefes de Estado y a cuantos participan en los cargos de gobierno les incumbe el deber de proteger la seguridad de los pueblos a ellos confiados, actuando con suma responsabilidad en asunto tan grave. Pero una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse con justicia y otra muy distinta querer someter a otras naciones. La potencia bélica no legitima cualquier uso militar o político de ella. Y una vez estallada lamentablemente la guerra, no por eso todo es lícito entre los beligerantes.
Los que, al servicio de la patria, se hallan en el ejercicio, considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos, pues desempeñando bien esta función contribuyen realmente a estabilizar la paz.
La guerra total
80. El horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente con el incremento de las armas científicas. Con tales armas, las operaciones bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, las cuales, por tanto, sobrepasan excesivamente los límites de la legítima defensa. Es más, si se empleasen a fondo estos medios, que ya se encuentran en los depósitos de armas de las grandes naciones, sobrevendría la matanza casi plena y totalmente recíproca de parte a parte enemiga, sin tener en cuanta las mil devastaciones que parecerían en el mundo y los perniciosos efectos nacidos del uso de tales armas.
Todo esto nos obliga a examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva. Sepan los hombres de hoy que habrán de dar muy seria cuanta de sus acciones bélicas. Pues de sus determinaciones presentes dependerá en gran parte el curso de los tiempos venideros.
Teniendo esto es cuenta, este Concilio, haciendo suyas las condenaciones de la guerra mundial expresadas por los últimos Sumos Pontífices, declara:
Toda acción bélica que tienda indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones.
El riesgo característico de la guerra contemporánea está en que da ocasión a los que poseen las recientes armas científicas para cometer tales delitos y con cierta inexorable conexión puede empujar las voluntades humanas a determinaciones verdaderamente horribles. Para que esto jamás suceda en el futuro, los obispos de toda la tierra reunidos aquí piden con insistencia a todos, principalmente a los jefes de Estado y a los altos jefes del ejército, que consideren incesantemente tan gran responsabilidad ante Dios y ante toda la humanidad.
La carrera de armamentos
81. Las armas científicas no se acumulan exclusivamente para el tiempo de guerra. Puesto que la seguridad de la defensa se juzga que depende de la capacidad fulminante de rechazar al adversario, esta acumulación de armas, que se agrava por años, sirve de manera insólita para aterrar a posibles adversarios. Muchos la consideran como el más eficaz de todos los medios para asentar firmemente la paz entre las naciones.
Sea lo que fuere de este sistema de disuasión, convénzanse los hombres de que la carrera de armamentos, a la que acuden tantas naciones, no es camino seguro para conservar firmemente la paz, y que el llamado equilibrio de que ella proviene no es la paz segura y auténtica. De ahí que no sólo no se eliminan las causas de conflicto, sino que más bien se corre el riesgo de agravarlas poco a poco. Al gastar inmensas cantidades en tener siempre a punto nuevas armas, no se pueden remediar suficientemente tantas miserias del mundo entero. En vez de restañar verdadera y radicalmente las disensiones entre las naciones, otras zonas del mundo quedan afectadas por ellas. Hay que elegir nuevas rutas que partan de una renovación de la mentalidad para eliminar este escándalo y poder restablecer la verdadera paz, quedando el mundo liberado de la ansiedad que le oprime.
Por lo tanto, hay que declarar de nuevo: la carrera de armamentos es la plaga más grave de la humanidad y perjudica a los pobres de manera intolerable. Hay que temer seriamente que, si perdura, engendre todos los estragos funestos cuyos medios ya prepara.
Advertidos de las calamidades que el género humano ha hecho posibles, empleemos la pausa de que gozamos, concedida de lo Alto, para, con mayor conciencia de la propia responsabilidad, encontrar caminos que solucionen nuestras diferencias de un modo más digno del hombre. La Providencia divina nos pide insistentemente que nos liberemos de la antigua esclavitud de la guerra. Si renunciáramos a este intento, no sabemos a dónde nos llevará este mal camino por el que hemos entrado.
Prohibición absoluta de la guerra.La acción internacional para evitar la guerra
82. Bien claro queda, por tanto, que debemos procurar con todas nuestras fuerzas preparar un época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra. Esto requiere el establecimiento de una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Pero antes de que se pueda establecer tan deseada autoridad es necesario que las actuales asociaciones internacionales supremas se dediquen de lleno a estudiar los medios más aptos para la seguridad común. La paz ha de nacer de la mutua confianza de los pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de las armas; por ello, todos han de trabajar para que la carrera de armamentos cese finalmente, para que comience ya en realidad la reducción de armamentos, no unilateral, sino simultánea, de mutuo acuerdo, con auténticas y eficaces garantías.
No hay que despreciar, entretanto, los intentos ya realizados y que aún se llevan a cabo para alejar el peligro de la guerra. Más bien hay que ayudar la buena voluntad de muchísimos que, aun agobiados por las enormes preocupaciones de sus altos cargos, movidos por el gravísimo deber que les acucia, se esfuerzan, por eliminar la guerra, que aborrecen, aunque no pueden prescindir de la complejidad inevitable de las cosas. Hay que pedir con insistencia a Dios que les dé fuerzas para perseverar en su intento y llevar a cabo con fortaleza esta tarea de sumo amor a los hombres, con la que se construye virilmente la paz. Lo cual hoy exige de ellos con toda certeza que amplíen su mente más allá de las fronteras de la propia nación, renuncien al egoísmo nacional ya a la ambición de dominar a otras naciones, alimenten un profundo respeto por toda la humanidad, que corre ya, aunque tan laboriosamente, hacia su mayor unidad.
Acerca de los problemas de la paz y del desarme, los sondeos y conversaciones diligente e ininterrumpidamente celebrados y los congresos internacionales que han tratado de este asunto deben ser considerados como los primeros pasos para solventar temas tan espinosos y serios, y hay que promoverlos con mayor urgencia en el futuro para obtener resultados prácticos. Sin embargo, hay que evitar el confiarse sólo en los conatos de unos pocos, sin preocuparse de la reforma en la propia mentalidad. Pues los que gobiernan a los pueblos, que son garantes del bien común de la propia nación y al mismo tiempo promotores del bien de todo el mundo, dependen enormemente de las opiniones y de los sentimientos de las multitudes. Nada les aprovecha trabajar en la construcción de la paz mientras los sentimientos de hostilidad, de menos precio y de desconfianza, los odios raciales y las ideologías obstinadas, dividen a los hombres y los enfrentan entre sí. Es de suma urgencia proceder a una renovación en la educación de la mentalidad y a una nueva orientación en la opinión pública. Los que se entregan a la tarea de la educación, principalmente de la juventud, o forman la opinión pública, tengan como gravísima obligación la preocupación de formar las mentes de todos en nuevos sentimientos pacíficos. Tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que toso juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore.
Que no nos engañe una falsa esperanza. Pues, si no se establecen en el futuro tratados firmes y honestos sobre la paz universal una vez depuestos los odios y las enemistades, la humanidad, que ya está en grave peligro, aun a pesar de su ciencia admirable, quizá sea arrastrada funestamente a aquella hora en la que no habrá otra paz que la paz horrenda de la muerte. Pero, mientras dice todo esto, la Iglesia de Cristo, colocada en medio de la ansiedad de hoy, no cesa de esperar firmemente. A nuestra época, una y otra vez, oportuna e importunamente, quiere proponer el mensaje apostólico: Este es el tiempo aceptable para que cambien los corazones, éste es el día de la salvación.
Sección 2.- Edificar la comunidad internacional
Causas y remedios de las discordias
83. Para edificar la paz se requiere ante todo que se desarraiguen las causas de discordia entre los hombres, que son las que alimentan las guerras. Entre esas causas deben desaparecer principalmente las injusticias. No pocas de éstas provienen de las excesivas desigualdades económicas y de la lentitud en la aplicación de las soluciones necesarias. Otras nacen del deseo de dominio y del desprecio por las personas, y, si ahondamos en los motivos más profundos, brotan de la envidia, de la desconfianza, de la soberbia y demás pasiones egoístas. Como el hombre no puede soportar tantas deficiencias en el orden, éstas hacen que, aun sin haber guerras, el mundo esté plagado sin cesar de luchas y violencias entre los hombres. Como, además, existen los mismos males en las relaciones internacionales, es totalmente necesario que, para vencer y prevenir semejantes males y para reprimir las violencias desenfrenadas, las instituciones internacionales cooperen y se coordinen mejor y más firmemente y se estimule sin descanso la creación de organismos que promuevan la paz.
La comunidad de las naciones y las instituciones internacionales
84. Dados los lazos tan estrechos y recientes de mutua dependencia que hoy se dan entre todos los ciudadanos y entre todos los pueblos de la tierra, la búsqueda certera y la realización eficaz del bien común universal exigen que la comunidad de las naciones se dé a sí misma un ordenamiento que responda a sus obligaciones actuales, teniendo particularmente en cuanta las numerosas regiones que se encuentran aún hoy en estado de miseria intolerable.
Para lograr estos fines, las instituciones de la comunidad internacional deben, cada una por su parte, proveer a las diversas necesidades de los hombres tanto en el campo de la vida social, alimentación, higiene, educación, trabajo, como en múltiples circunstancias particulares que surgen acá y allá; por ejemplo, la necesidad general que las naciones en vías de desarrollo sienten de fomentar el progreso, de remediar en todo el mundo la triste situación de los refugiados o ayudar a los emigrantes y a sus familias.
Las instituciones internacionales, mundiales o regionales ya existentes son beneméritas del género humano. Son los primeros conatos de echar los cimientos internaciones de toda la comunidad humana para solucionar los gravísimos problemas de hoy, señaladamente para promover el progreso en todas partes y evitar la guerra en cualquiera de sus formas. En todos estos campos, la Iglesia se goza del espíritu de auténtica fraternidad que actualmente florece entre los cristianos y los no cristianos, y que se esfuerza por intensificar continuamente los intentos de prestar ayuda para suprimir ingentes calamidades.
La cooperación internacional en el orden económico
85. La actual unión del género humano exige que se establezca también una mayor cooperación internacional en el orden económico. Pues la realidad es que, aunque casi todos los pueblos han alcanzado la independencia, distan mucho de verse libres de excesivas desigualdades y de toda suerte de inadmisibles dependencias, así como de alejar de sí el peligro de las dificultades internas.
El progreso de un país depende de los medios humanos y financieros de que dispone. Los ciudadanos deben prepararse, pro medio de la educación y de la formación profesional, al ejercicio de las diversas funciones de la vida económica y social. Para esto se requiere la colaboración de expertos extranjeros que en su actuación se comporten no como dominadores, sino como auxiliares y cooperadores. La ayuda material a los países en vías de desarrollo no podrá prestarse si no se operan profundos cambios en las estructuras actuales del comercio mundial. Los países desarrollados deberán prestar otros tipos de ayuda, en forma de donativos, préstamos o inversión de capitales; todo lo cual ha de hacerse con generosidad y sin ambición por parte del que ayuda y con absoluta honradez por parte del que recibe tal ayuda.
Para establecer un auténtico orden económico universal hay que acabar con las pretensiones de lucro excesivo, las ambiciones nacionalistas, el afán de dominación política, los cálculos de carácter militarista y las maquinaciones para difundir e imponer las ideologías. Son muchos los sistemas económicos y sociales que hoy se proponen; es de desear que los expertos sepan encontrar en ellos los principios básicos comunes de un sano comercio mundial. Ello será fácil si todos y cada uno deponen sus prejuicios y se muestran dispuestos a un diálogo sincero.
Algunas normas oportunas
86. Para esta cooperación parecen oportunas las normas siguientes:a) Los pueblos que están en vías de desarrollo entiendan bien que han de buscar expresa y firmemente, como fin propio del progreso, la plena perfección humana de sus ciudadanos. Tengan presente que el progreso surge y se acrecienta principalmente por medio del trabajo y la preparación de los propios pueblos, progreso que debe ser impulsado no sólo con las ayudas exteriores, sino ante todo con el desenvolvimiento de las propias fuerzas y el cultivo de las dotes y tradiciones propias. En esta tarea deben sobresalir quienes ejercen mayor influjo sobre sus conciudadanos.
b) Por su parte, los pueblos ya desarrollados tienen la obligación gravísima de ayudar a los países en vías de desarrollo a cumplir tales cometidos. Por lo cual han de someterse a las reformas psicológicas y materiales que se requieren para crear esta cooperación internacional. Busquen así, con sumo cuidado en las relaciones comerciales con los países más débiles y pobres, el bien de estos últimos, porque tales pueblos necesitan para su propia sustentación los beneficios que logran con la venta de sus mercancías.
c) Es deber de la comunidad internacional regular y estimular el desarrollo de forma que los bienes a este fin destinados sean invertidos con la mayor eficacia y equidad. Pertenece también a dicha comunidad, salvado el principio de la acción subsidiaria, ordenar las relaciones económicas en todo el mundo para que se ajusten a la justicia. Fúndense instituciones capaces de promover y de ordenar el comercio internacional, en particular con las naciones menos desarrolladas, y de compensar los desequilibrios que proceden de la excesiva desigualdad de poder entre las naciones. Esta ordenación, unida a otras ayudas de tipo técnico, cultural o monetario, debe ofrecer los recursos necesarios a los países que caminan hacia el progreso, de forma que puedan lograr convenientemente el desarrollo de su propia economía.
d) En muchas ocasiones urge la necesidad de revisar las estructuras económicas y sociales; pero hay que prevenirse frente a soluciones técnicas poco ponderadas y sobre todo aquellas que ofrecen al hombre ventajas materiales, pero se oponen a la naturaleza y al perfeccionamiento espiritual del hombre. Pues no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4). Cualquier parcela de la familia humana, tanto en sí misma como en sus mejores tradiciones, lleva consigo algo del tesoro espiritual confiado por Dios a la humanidad, aunque muchos desconocen su origen.
Cooperación internacional en lo tocante al crecimiento demográfico
87. Es sobremanera necesaria la cooperación internacional en favor de aquellos pueblos que actualmente con harta frecuencia, aparte de otras muchas dificultades, se ven agobiados por la que proviene del rápido aumento de su población. Urge la necesidad de que, por medio de una plena e intensa cooperación de todos los países, pero especialmente de los más ricos, se halle el modo de disponer y de facilitar a toda la comunidad humana aquellos bienes que son necesarios para el sustento y para la conveniente educación del hombre. Son varios los países que podrían mejorar mucho sus condiciones de vida si pasaran, dotados de la conveniente enseñanza, de métodos agrícolas arcaicos al empleo de las nuevas técnicas, aplicándolas con la debida prudencia a sus condiciones particulares una vez que se haya establecido un mejor orden social y se haya distribuido más equitativamente la propiedad de las tierras.
Los gobiernos respectivos tienen derechos y obligaciones, en lo que toca a los problemas de su propia población, dentro de los límites de su específica competencia. Tales son, por ejemplo, la legislación social y la familiar, la emigración del campo a la ciudad, la información sobre la situación y necesidades del país. Como hoy la agitación que en torno a este problema sucede a los espíritus es tan intensa, es de desear que los católicos expertos en todas estas materias, particularmente en las universidades, continúen con intensidad los estudios comenzados y los desarrollen cada vez más.
Dado que muchos afirman que el crecimiento de la población mundial, o al menos el de algunos países, debe frenarse por todos los medios y con cualquier tipo de intervención de la autoridad pública, el Concilio exhorta a todos a que se prevenga frente a las soluciones, propuestas en privado o en público y a veces impuestas, que contradicen a la moral. Porque, conforme al inalienable derecho del hombre al matrimonio y a la procreación, la decisión sobre el número de hijos depende del recto juicio de los padres, y de ningún modo puede someterse al criterio de la autoridad pública. Y como el juicio de los padres requiere como presupuesto una conciencia rectamente formada, es de gran importancia que todos puedan cultivar una recta y auténticamente humana responsabilidad que tenga en cuanta la ley divina, consideradas las circunstancias de la realidad y de la época. Pero esto exige que se mejoren en todas partes las condiciones pedagógicas y sociales y sobre todo que se dé una formación religiosa o, al menos, una íntegra educación moral. Dése al hombre también conocimiento sabiamente cierto de los progresos científicos con el estudio de los métodos que pueden ayudar a los cónyuges en la determinación del número de hijos, métodos cuya seguridad haya sido bien comprobada y cuya concordancia con el orden moral esté demostrada.
Misión de los cristianos en la cooperación internacional
88. Cooperen gustosamente y de corazón los cristianos en la edificación del orden internacional con la observancia auténtica de las legítimas libertades y la amistosa fraternidad con todos, tanto más cuanto que la mayor parte de la humanidad sufre todavía tan grandes necesidades, que con razón puede decirse que es el propio Cristo quien en los pobres levanta su voz para despertar la caridad de sus discípulos. Que no sirva de escándalo a la humanidad el que algunos países, generalmente los que tienen una población cristiana sensiblemente mayoritaria, disfrutan de la opulencia, mientras otros se ven privados de lo necesario para la vida y viven atormentados por el hambre, las enfermedades y toda clase de miserias. El espíritu de pobreza y de caridad son gloria y testimonio de la Iglesia de Cristo.
Merecen, pues, alabanza y ayuda aquellos cristianos, en especial jóvenes, que se ofrecen voluntariamente para auxiliar a los demás hombres y pueblos. Más aún, es deber del Pueblo de Dios, y los primeros los Obispos, con su palabra y ejemplo, el socorrer, en la medida de sus fuerzas, las miserias de nuestro tiempo y hacerlo, como era ante costumbre en la Iglesia, no sólo con los bienes superfluos, sino también con los necesarios.
El modo concreto de las colectas y de los repartos, sin que tenga que ser regulado de manera rígida y uniforme, ha de establecerse, sin embargo, de modo conveniente en los niveles diocesano, nacional y mundial, unida, siempre que parezca oportuno, la acción de los católicos con la de los demás hermanos cristianos. Porque el espíritu de caridad en modo alguno prohíbe el ejercicio fecundo y organizado de la acción social caritativa, sino que lo impone obligatoriamente. Por eso es necesario que quienes quieren consagrarse al servicio de los pueblos en vías de desarrollo se formen en instituciones adecuadas.
Presencia eficaz de la Iglesia en la comunidad internacional
89. La Iglesia, cuando predica, basada en su misión divina, el Evangelio a todos los hombres y ofrece los tesoros de la gracia, contribuye a la consolidación de la paz en todas partes y al establecimiento de la base firme de la convivencia fraterna entre los hombres y los pueblos, esto es, el conocimiento de la ley divina y natural. Es éste el motivo de la absolutamente necesaria presencia de la Iglesia en la comunidad de los pueblos para fomentar e incrementar la cooperación de todos, y ello tanto por sus instituciones públicas como por la plena y sincera colaboración de los cristianos, inspirada pura y exclusivamente por el deseo de servir a todos.
Este objetivo podrá alcanzarse con mayor eficacia si los fieles, conscientes de su responsabilidad humana y cristiana, se esfuerzan por despertar en su ámbito personal de vida la pronta voluntad de cooperar con la comunidad internacional. En esta materia préstese especial cuidado a la formación de la juventud tanto en la educación religiosa como en la civil.
Participación del cristiano en las instituciones internacionales
90. Forma excelente de la actividad internacional de los cristianos es, sin duda, la colaboración que individual o colectivamente prestan en las instituciones fundadas o por fundar para fomentar la cooperación entre las naciones. A la creación pacífica y fraterna de la comunidad de los pueblos pueden servir también de múltiples maneras las varias asociaciones católicas internacionales, que hay que consolidar aumentando el número de sus miembros bien formados, los medios que necesitan y la adecuada coordinación de energías. La eficacia en la acción y la necesidad del diálogo piden en nuestra época iniciativas de equipo. Estas asociaciones contribuyen además no poco al desarrollo del sentido universal, sin duda muy apropiado para el católico, y a la formación de una conciencia de la genuina solidaridad y responsabilidad universales.
Es de desear, finalmente, que los católicos, para ejercer como es debido su función en la comunidad internacional, procuren cooperar activa y positivamente con los hermanos separados que juntamente con ellos practican la caridad evangélica, y también con todos los hombres que tienen sed de auténtica paz.
El Concilio, considerando las inmensas calamidades que oprimen todavía a la mayoría de la humanidad, para fomentar en todas partes la obra de la justicia y el amor de Cristo a los pobres juzga muy oportuno que se cree un organismo universal de la Iglesia que tenga como función estimular a la comunidad católica para promover el desarrollo a los países pobres y la justicia social internacional.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

GUIA N. 3 GAUDIUM ET SPES - BENEFICIOS DEL MATRIMONIO

Autor: Alejo Fernández Pérez Fuente: www.arbil.org Beneficios del matrimonio. Artículo de Alejo Fernández Pérez dedicado a analizar las ventajas que representa el matrimonio en el ámbito social, familiar y político partiendo de una serie de informes e investigaciones internacionales. (Pegar estas guías en el cuaderno se revisarán en clase.)

Beneficios del matrimonio
("El matrimonio ¡Qué bicoca!") Pues ¡sí señor!. ¿Mira que, si después de haber despotricado tanto contra el matrimonio, ahora va a resultar que es lo mejor, que es una bicoca? "qué científicos" después de minuciosas investigaciones y tras elaborar complejas estadísticas, llegan a unas conclusiones que están dejando en ridículo a muchos progresistas.
Han descubierto lo que ya sabían nuestros abuelos: la bondad del matrimonio. Mientras por un lado, en los países más ricos aumenta de forma muy considerable el número de parejas de hecho -las de sin papeles-, por otro, se van descubriendo las ventajas del matrimonio tradicional: con papeles, por la Iglesia y de uno con una. Un estudio desarrollado en la Universidad de Warwick , durante 20 años con 20.000 hombres, revela que los casados viven una media de tres años más que los solteros, y ganan 3.000 libras más al año. (London Times).
Los investigadores consideran que las diferencias entre casados y solteros se deben, en parte, a la forma de vida más sana del matrimonio, y también a un deseo de complacer a sus parejas y conservar su estatus.

El Profesor Andrew Oswal de la anterior Universidad afirma que " el matrimonio imprime una impronta profunda en los seres humanos, porque presumiblemente reduce de alguna manera los niveles de estrés y protege contra las enfermedades…. los hombres casados beben menos alcohol y comen menos alimentos grasos. Las parejas también tienen niveles más bajos de estrés cuando comparten sus preocupaciones y se preocupan por los signos de enfermedad mutuamente."
Los investigadores norteamericanos hallaron que los que permanecían casados tenían menos probabilidades de morir por ciertas causas que los divorciados.
El estudio reveló que los más afectados eran los pacientes que sufrían estrés en el trabajo y el divorcio.
Las mujeres también se benefician del matrimonio, demostraba un informe reciente de la Heritage Foundation .
El informe concluye que los abusos domésticos en Estados Unidos son dos veces más altos entre las mujeres que nunca han estado casadas que entre las que lo están, informaba el Washington Times el 15 de abril. Además, los hijos de divorciados o de madres que nunca se casaron corren de 6 a 30 veces más riesgos de sufrir abusos serios que los que nacen de padres biológicos casados. "Cuando la gente se casa, provoca una inversión en la vida del otro", afirmaba Jennifer Marshall, directora del departamento de estudios familiares del Family Resource Council. "Cuando vives una relación de poco compromiso, se puede volver volátil porque esta clase de relaciones no comprometen" .

Incluso aquellos que permanecen en un matrimonio no feliz terminan por ser más felices que los que se divorcian. El estudio también demostró que el divorcio no aumentó la autoestima ni alivió la depresión. "Hemos exagerado los beneficios del divorcio como una forma de hacer felices a los adultos" . Al final, resulta que el tiro nos sale por la culata. Todo esto es lo que dicen unos y otros, pero ¿Qué es lo que " vemos " nosotros? Vemos las dificultades y sufrimientos de los hijos de madres solteras o padres divorciados, bastantes superiores, en general, a los que pueden afectar a los hijos de padres casados. Vemos dificultades y sufrimientos de padres o madres separados, que quedan marcados para siempre.

La vida se vuelve muy difícil, incluso económicamente, para quién, además, pierde el pleito Vemos que la sociedad exige una documentación que ampara y legitima la posesión de cualquier cosa o animal: coche, caballo, casa, lavadora o un cargamento de tomates.

En todos hay que firmar facturas o escrituras de propiedad, donde se especifican los derechos y deberes a que ambas partes se comprometen. Y, ¿Comprometerse dos personas a vivir en común, y ser la una de la otra, exige menos papeles que comprar una yegua? ¿No se debe exigir, ante la sociedad, la firma de contrato-compromiso de entrega mutua voluntaria con derechos y deberes entre hombre y mujer, para legalizar dicha convivencia y para criar los hijos? ¿Poseer a un hombre o a una mujer es algo menos importante que poseer una mula o un coche? Si no existe un derecho de propiedad no se es propietario, y en este caso, la propiedad: finca, casa o persona la puede " hurtar " cualquier otro, sin que se pueda reclamar nada a nadie.

La sociedad, para ayudar económicamente o de otras formas a la pareja y a los hijos, exige "papeles, firmas y testigos…" . De no existir, pueden tropezarse con serias dificultades en la enseñanza de los hijos, en la seguridad social, herencias, becas, pagas a viudas,… Los papeles firmados comprometen, y esos compromisos tropiezan con la cobardía de mucha gente incapaz de ningún sacrificio. Hoy todo el mundo exige sus derechos, pero olvida que cada derecho va acompañado de su deber correspondiente. ¿Qué nos está pasando? Algo hay de miedo a comprometerse, de falta de esperanza, de olvido de Dios y de sus leyes, demasiada riqueza; vida fácil, vacía, sin norte.

Nunca se ha vivido, materialmente, tan bien como hoy, ni al mismo tiempo, tan agobiados. En todos los países y en todos los tiempos el matrimonio, la entrega mutua de una mujer y de un hombre para vivir sus vidas en común, ha ido acompañada de ritos, fiestas, documentos y compromisos que obligan, a veces, hasta con la vida. Y, de pronto, aparece una sociedad rica, opulenta, con la barriga llena, presuntuosa, ávida de placeres que, vacía de todo contenido de valores humanos y divinos, prefiere destruirse a sí misma, sacrificando a la familia, al matrimonio, e inclusos a sus hijos antes de nacer, o procurando que no nazcan, para poder llevar una vida más cómoda.

Afortunadamente, mucha gente empieza a estar de vuelta. Ni lo antiguo era tan malo ni lo moderno es tan bueno. Potenciar el matrimonio tradicional, de acuerdo con las anteriores investigaciones, y con el sentido común, se vuelve a sugerir como uno de los medios de recuperar a una sociedad, que mientras sube en riqueza, pierde en humanidad. De no rectificar pronto, los nuevos bárbaros: los venidos de otras " culturas ",… nos pasarán factura, como en su tiempo, se la pasaron a Roma. Ya nos la están pasando. Para triunfar en un deporte, en unas oposiciones, en la política, en la guerra o en cualquier otra actividad hay que prepararse bien con un buen director o maestro, entrenarse diariamente, sacrificarse, vivir duramente; sólo así alcanzaremos el triunfo.

¿Triunfar en el matrimonio es menos importante que conseguir una medallita en cualquier deporte? ¿Se debe llegar a el sin nadie que nos guíe, o sin enterarnos de su importancia, y de las obligaciones a que nos compromete? Los papeles comprometen,y en un matrimonio no pueden comprometer menos que la firma en un talón bancario.

Si no cumplimos, hay que pagar. Para viajar de vacaciones a cualquier sitio,solemos recabamos información del lugar, de sus gentes, monumentos, comunicaciones, de las mejores comidas y bebidas, de sus playas, clima, …Y, ¿Para emprender el más importante viaje de nuestra vida, la vida durante muchos años junto a un hombre o una mujer, con los hijos, con los problemas y alegrías diarios compartidos; este viaje, merece menos preparación? Hemos trivializado tanto el matrimonio que nos hemos creído la falacia con que nos lo presentan las películas, la TV y la prensa del corazón.

Todo tan agradable, tan guapos y tan guapas ellos y ellas, con tanto dinero, con tantos yates, con vacaciones anuales de 365 días, y mil sandeces más. La vida del casado es mucho más hermosa que todo eso, basta que sea un matrimonio normal, para que su vida esté llena, llena de " Amor ", de paz en un hogar luminoso y alegre donde los hijos, la mujer y el marido son considerados, los seres más importantes del mundo por lo que son, no por lo que tienen.

El o la artista, deportista, cantante o belleza de turno pueden ser buenos para esta colgados en la pared y cambiarlos cada semana por otro, pero nada más. Todos los días, los medios de difusión nos dan consejos para mantener y disfrutar del matrimonio, de los amigos, de los familiares y compañeros de trabajo,…Me atrevo a recordar un par de ellos por todos conocidos: El primero de todos el amor. El mejor ejemplo lo tenemos en las madres. Piensan solo en los hijos y en el marido, se olvidan de ellas mismas, se preocupan de todo y de todos; se conforman con cualquier cosa, lo dan todo por la sonrisa o el abrazo de un hijo.

Se convierten en el corazón del hogar, y su premio es el amor de toda la familia. ¿Hay algo mejor que ser querido? Pero, no nos confundamos, amar no son solo las carantoñas y los besitos. Amar es servir, pensando más en los demás que en uno mismo, y para servir hay que valer. Ya lo decía Jesús: «No todo el que me diga: ´Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" . O sea, el que cumple los mandamientos. Además nos remacha en Jn 13,35. "En esto conoceran todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» No en que recemos cien oraciones diarias, ni en que vayamos a misa todos los día, ni en que demos todo nuestra hacienda a los pobres, ni en que ayunemos y nos sacrifiquemos hasta el límite. No, el cristiano se conoce en esto, precisamente en esto, en "que ama a sus hermanos" ¡ Cómo hemos deformamdo y olvidado la doctrina de Jesús! El amor hay que mantenerlo día a día como se mantiene un negocio, una casa, una amistad.

Un besito al levantarse por las mañanas, otro beso y un abrazo cuando se llega del trabajo, un regalito con cualquier pretexto; una cara alegre y sonriente en todas las ocasiones, una comida extra, no gritar por cualquier motivo… Para mantener una maceta bonita hay que regarla, abonarla, podarla y curarla periódicamente.

Nuestra mujer, nuestro marido es algo más que una maceta. Hay personas que nacen predispuestas para actuar así, a otros les cuesta bastante esfuerzo, pero es posible, y el premio merece la pena. El segundo la cortesía, la buena educación, el respeto.

Nadie debe prevalecer sobre la mujer o el marido, con ellos hay que tener las mejores muestras de deferencia antes que con cualquier otra. Hay personas muy educadas con los extraños, mientras tratan con zafiedad a la mujer y a los hijos. La zafiedad, los gruñidos, las conversaciones deshonestas, las palabras gruesas, el desorden, la vagancia, el yo, yo, yo,…no tienen cabida ni en un matrimonio, ni en una amistad duradera y noble.

Si no hay respeto, no hay amor. ¿Por qué se rompen hoy tan fácilmente los matrimonios? Muchas veces por cuestiones aparentemente nimias.

Por algo tan sencillo como dar las gracias con una sonrisa, pedir las cosas por favor, aguantar con paciencia al cargante, no murmurar continuamente de los amigos -al final todo se sabe- ; y sobre todo, hablar bien, hablar bien de todo el mundo, y veremos como cambia el talante de la gente que nos rodea. Hablar bien de los amigos nos cuesta muchísimo trabajo : la envidia y el complejo de inferioridad nos atenazan. Hay que entrenarse.

La convivencia exige un poco de orden, no podemos ir dejando un rastro de ropas por donde pasamos, la bañera sucia,los papeles por los suelos,…como el rastro de las babosas. No olvidemos que el matrimonio es la base de la familia, donde la madre es el corazón. Y la familia es la base de la sociedad. Como sea la familia será nuestro pueblo.

Quien fracasa en el matrimonio, de algún modo, fracasa en su vida. Sobre el matrimonio no podemos permitirnos el lujo de chanzas, chirigotas, veleidades. Como Cortés quien entra en él ha de quemar las naves.

Al matrimonio no se puede ir con la maleta preparada para cambiar de pareja en el primer encontronazo. Con el matrimonio, con la familia nos pasa como con el aire y el agua, nos enteramos de lo que valen cuando nos faltan. A cambio el matrimonio nos da, entre otras satisfacciones ya comentadas: La dicha de compartir penas y alegrías. Pocas enfermedades son peores ni más tristes que la de vivir solos.

En plán chungo pero con un gran fondo de verdad y nostalgia se dice que: Una de las ventajas del matrimonio es que, si hace falta, tenemos con quien reñir cuando llegamos a casa. Bien lo notan los que no pueden gruñirle más que a las cuatro paredes. El matrimonio da cauce satisfactorio y ennoblece al instinto sexual. Asegura la crianza y educación de la prole mejor que ninguna otra institución Los hijos, los nietos proporcionan satisfacciones incomparables. Vemos en ellos una prolongación de nuestras vidas.

Cuando muramos, nos consuela que algo nuestro perdurará. Cuando una tarea se realiza entre dos, no se hace el doble que uno sino el triple o más. Aparte de que muchos trabajos no puede o es difícil hacerlos una sola persona, como arrascarse la espalda o ponerse una gotita de colirio en los ojos, caen varias…en la nariz Si Vds. me preguntan por un manual de comportamiento humano para todas las ocasiones y circunstancias, yo no encuentro ninguno comparable a los Evangelios, al Nuevo Testamento.

Esos pequeños libritos que todo el mundo tiene en su casa y nadie o casi nadie leen. Ahí encontramos las soluciones básicas para todos nuestros problemas, o mejor dicho, la solución, porque no hay más que una: el amor. Y terminamos como empezamos: Pues ¡sí señor!. ¿Mira que, si después de haber despotricado tanto contra el matrimonio, ahora va a resultar que, a pesar de los pesares, es lo mejor, es una gran bicoca?

GUIA N. 2 GAUDIUM ET SPES - LA DIGNIDAD HUMANA CUARTO BIMESTRE

(nn 1 – 22 ) Semana: 14-18 Sep.
INTRODUCCION

Es una consideración sobre el mundo actual, más que una descripción del mismo (GS 4-10). Se señala un contraste flagrante: «jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico» (GS 4), mientras una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria, y son muche­dumbre los que no saben leer ni escribir. Nunca había habido tal ansia de libertad en el mundo, al paso que surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Nunca había habido tal ansia de paz y de unidad, y en cambio el mundo está atravesado y dividido por fuerzas contrapuestas.
En Io más hondo de esta mirada sobre el mundo, se dibuja una pregunta de alto alcance ético: ¿qué se debe hacer para que estas inmensas posibilidades y riquezas del mundo actual puedan llegar a todos los hombres sin excepción y puedan elevar la calidad de vida de todo el hombre, que es un ser corporal y espiritual? Esta pregunta — ¿qué hacer por el hombre y por el mundo?— es humanista y cristiana. Por eso, Gaudium et spes afirma claramente, al final de cada ca­pítulo o sección, lo que Cristo vivo ofrece a una so­ciedad sedienta de paz y de justicia. No hay duda de que su Objetivo es promover la colaboración entre Igle­sia y sociedad, para el bien del hombre y del mundo. Por esto» el hombre y el mundo serán las dos partes principales de Gaudium et spes.
Gaudium et spes empieza con una verdadera antropo­logía, aunque sea abreviada, en la que se describe al hombre en sus trazos teológicos y filosóficos esenciales: imagen de Dios, con capacidad de conocer y de amar a su Creador (GS 12); ser social llamado a tener relación con los demás, a la cooperación, e incluso a la íntima comunión propia de las personas humanas: tal es, sobre todo, la sociedad de hombre y mujer (GS 12, § 4).
El Concilio no traza una imagen idílica del hombre. La fascinación que sobre él ejercen objetos muy diversos y la tentación de alcanzar sus propios fines al margen de Dios, crea en él una íntima división que hace de la vida humana una lucha para pasar de las tinieblas a la luz (GS 13). Esto puede hacerlo el hombre porque no es sólo naturaleza, sino libertad.
Los números 14 a 17 de GS son una admirable ascensión que tiene los si­guientes peldaños:
a) La persona es una síntesis de corporalidad y espiritualidad. Los cristianos hemos caído, a veces, en actitudes represoras o puritanas, pero lo cierto es que la Biblia y la Tradición proclaman que también el cuerpo es santuario del Espíritu y que también está destinado a glorificar a Dios (GS 14).
b) La síntesis de cuerpo y espíritu no es una pura yuxtaposición sino una unidad profunda que se refleja en un rasgo por el cual la persona es superior a la naturaleza y al universo entero. Este rasgo es la inte­rioridad: la persona «retorna a estas profundidades [de la interioridad] cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda» (GS 14, § 2).
En la interio­ridad, el hombre, personalmente, decide su propio destino bajo la mirada benévola de Dios. Esta capa­cidad de decidir se debe a que la persona está dotada inteligencia, sabiduría, y capacidad de amar (GS 15), lo que crea en ella el santuario más secreto de su Personalidad: su conciencia, donde resuena la voz de Dios (GS 16).
c) No acaba aquí la contemplación ascendente del hombre. La interioridad del corazón o de la conciencia se expresa de forma inteligente y amante, pero también de forma libre:
«La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre "en manos de su propia decisión", para que así tenga la iniciativa de buscar a su Creador [...] adhiriéndose libremente a El. La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido por convicción interna personal, no por un ciego impulso interior o por coac­ción externa» (GS 17).
Hoy quisiera subrayar, con gran énfasis, esta breve antropología teológica del hombre imagen de Dios:
— Dotado de inteligencia que nos permite compren­der el mundo y al hombre, entendiendo simultáneamen­te que somos trascendidos por lo divino,
— dotado de capacidad de amar, por la que nos podemos comunicar, respetar y amar unos a otros,
— dotado de libertad, por la que el hombre se puede autodeterminar y decidir desde el santuario de su inte­rioridad (el corazón o conciencia).
Estas cinco dimensiones : inteligencia, capacidad de amar, interioridad (conciencia), capacidad de relación y libertad— son los ejes perennes no sólo del pensamiento judeo-cristiano, sino de la orientación concreta de respeto y amor hacia toda otra persona. Este es el alzado ético de la antropología conciliar, que señala hacia el objetivo social por excelencia: la buena convivencia, presidida por la ética, cuyo último fundamento es religioso. El concilio pastoral se apoya en la persona, la respeta y la reconoce como imagen de Dios. En esta antropología básica se da un punto de encuentro entre el humanismo inherente al cristianismo y la modernidad: es la famosa tríada constituida por la libertad (GS 17), la igualdad (GS 29) y la fraternidad (GS 32), preparada y coronada por la dimensión co­munitaria de la persona (GS 24.26). Con este equipaje, los hombres de buena voluntad y los cristianos han de ser considerados «creadores de nueva humanidad» (GS 30) y partícipes en los esfuerzos comunes (GS 31).
¿Qué más aporta la fe a esta visión del hombre? La visión de Cristo como hombre nuevo, imagen de Dios invisible, totalmente entregado como cordero inocente, capaz de iluminar el enigma del dolor y de la muerte (GS 22). Cristo, Verbo encarnado, es capaz de aportar su capacidad de relación sellada por el amor fraterno a la comunidad humana, marcada así por el signo de la caridad y de la solidaridad propias del Reino de Dios (GS 32). El camino hacia este Reino ha sido inaugurado por la Muerte y Resurrección de Cristo, que —gracias al don de su Espíritu— anticipa ya, en el hombre interior arraigado en la caridad, la tierra nueva y el cielo nuevo donde habita la justicia (GS 38-39).
Hay que añadir aquí algo relacionado con el ateísmo (GS 21). Es muy significativo que Vaticano II entienda que es un fenómeno secundario, no primario. En efecto, es así. En la humanidad, primero se da la creencia en Dios; luego, en una segunda etapa, se da el ateísmo. Yo atribuía ese carácter secundario del ateísmo moderno a las sucesivas oleadas ideológicas que son una crítica a las pruebas clásicas de la existencia de Dios (Kant), que atribuyen a la religión el carácter consolatorio de opio (Marx), o le atribuyen la estructura formal de la ilusión (Freud). Pero hay algo más profundo que explica la aparición sucesiva de las ideologías proclives al sincretismo o al ateísmo. Es algo obvio y vital: en la época moderna, para vivir de acuerdo con la mentalidad tecno-científica, no es necesaria religión alguna.
Se puede vivir sin fe, en un mundo y en un ambiente marcado por la tekné en su más alto grado: la tecnología derivada de la ciencia. El mundo de las habilidades del hombre a diferencia del mundo de la ética, apenas postula a Dios, al menos de modo inmediato. Poco importa que se den o que no se den conflictos entre fe y ciencia. No está aquí el problema. El problema está en que la fe, si en algún nivel es necesaria, lo es tan sólo como horizonte vital de esperanza que permite respirar la trascendencia a la persona humana o como exigencia de amor fraterno que la hace convivir, pero no como explicación del mundo cientista, o como incentivo para el bienestar perseguido por la tecnología.
A la antropología del hombre interior y en relación, debe añadirse la consideración del hombre como ser sexuado, capaz de amor creador y fecundo, orientado al misterio del matrimonio y de la familia (GS 47-52). La entrega mutua y libre de los dos esposos, perfeccionada por el don de la gracia y de la caridad divina, lleva a cada uno de los esposos a la donación plena de sí mismo. Ese don mutuo y pleno es tan dinámico y expansivo que tanto el matrimonio como el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la fecundidad, es decir, a la procreación y a la educación de los hijos (GS 48.50). La transmisión responsable de la vida se realiza por el juicio recto de los esposos que actúan por consenso mutuo, si bien son dignos de mención los que «aceptan con magnanimidad una prole nume­rosa» (GS 50, § 3). En el amor fiel, Dios mismo asocia lo humano y lo divino. Por eso no es un simple medio para la procreación, sino fin esencial del matrimonio, unido a la procreación y a la educación de los hijos. Así, el mutuo afecto, que Dios bendice y renueva, une a los esposos que no sólo son «pareja» sino «familia» (GS 52). «El amor no es solamente para la procreación» (GS 50, § 3)

BIBLIOGRAFIA: Rovira Belloso Joseph Maria, “Vaticano II Un concilio para el Tercer Milenio”. Ed. BAC. Madrid 2000.

ACTIVIDAD EXTRACLASE N . 1
Leer la introducción “Condición del Hombre el mundo Moderno” (nn 1-10 ) Elaborar un Mapa Conceptual en Cuaderno de actividades. Se revisara en las Clases.

domingo, 20 de septiembre de 2009

GAUDIUM ET SPES GUIA N .1 Cuarto Bimestre.

Gaudium et Spes, para entender y reflexionar la Encíclica
El P. Manuel Loza nos orienta cómo hacer frente a los retos del progreso tomando como referencia la justicia y la equidad que promueve la Encíclica Gaudium Et Spes.
Encíclica Gaudium et Spes. Constitución Pastoral promulgada por el Papa Pablo VI el 7 de Diciembre de 1975. Sobre la Iglesia en el mundo actual.

CONTEXTO. Cuatro lustros habían corrido después de la Segunda Guerra Mundial y un gigantesco cambio se estaba gestando en el lapso de ese tiempo. Lanueva tecnología (con la energía nuclear, las comunicaciones, los aparatos electrónicos y las computadoras eran arrolladoras) A tal grado eran estos cambios que las mismas estructuras sociales de la civilización anterior parecían crujir.
Para hacer frente a los retos del momento de progreso, muchas estructuras sociales se miraban ya obsoletas, La justicia y la equidad ya no regían las acciones de los seres humanos. Por eso la miseria convivía al lado de la abundancia.
Eran tiempos en que cobraba mayor fuerza la preocupación por la explosión demográfica, por las grandes concentraciones urbanas, por la dignificación igualitaria de la mujer, por voz a los obreros en las empresas, con la de perdida de los valores tradicionales de la familia.

Juan XXIII veía que era necesario poner al día a la Iglesia sin perder su identidad, por eso convocó al Concilio Vaticano II.
CONTENIDO. Gaudium et Spes es el documento más importante en la tradición social de la Iglesia. Señala el deber que tiene el pueblo de Dios de observar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio, para darse cuenta de la perdida de valores, de los cambios que caracterizan al mundo actual.

Las ideas centrales sobre las cuales gira este documento son: la misión de la iglesia acerca de la persona humana; de la familia y su actividad en el mundo, procurando atender lo más urgente, familia, economía, política, cultura y solidaridad internacional.
Revisa y actualiza la anterior enseñanza económica y social: trabajo, participación en la empresa, destino universal de los bienes, las políticas monetarias, la propiedad privada, la vida pública, la paz y la guerra.

Varios aspectos como es de suponer, son los asuntos morales aparecidos en estos tiempos modernos.

Reconoce que, a pesar de los medios modernos, se agravan las grandes desigualdades y falla el diálogo genuino y fraternal entre países y personas.
El mensaje de la Gaudium et Spes , ha dicho el Pontífice, es Cristo mismo. Él es el Señor de la historia, su centro y su fin. Él es la luz del mundo que ilumina el misterio del hombre.

Su gracia, por la acción del Espíritu Santo, trabaja activamente en el corazón de todo hombre de buena voluntad.

Los cambios tecnológicos y sociales ofrecen por igual preciosas oportunidades y grandes dificultades para la difusión y vivencia de la Buena Nueva.

Es deber de la Iglesia en el mundo pugnar porque se den las condiciones necesarias para la promoción de la dignidad humana y del bien común.
ACTUALIDAD.

Preguntas como ¿Qué tiene que decir hoy día la Iglesia sobre la persona?, ¿Qué piensa sobre un nuevo ordenamiento social?, ¿Qué tiene que decir a los pobres sobre sus carencias y remedios?, ¿Qué sugiere para que la empresa como célula viva de la economía se ajuste a los criterios de justicia y caridad?, siguen siendo preguntas de actualidad, por esta razón Gaudium et Spes nos hace recapacitar sobre nuestro deber como empresarios en toda esta problemática.

Nos ofrece también apuntes y directrices de acción respecto a la vida familiar, económica, sociocultural, política y al orden internacional.

Es este documento un análisis de los grandes temas de la enseñanza social de la Iglesia aplicado a los problemas de hoy día.

Sugerimos su lectura, para tener no sólo una visión más cercana de la realidad, sino para nuestra propia formación personal.

domingo, 13 de septiembre de 2009

LA GAUDIUM ET SPES: LOGROS - CUARTO BIMESTRE

LOGROS E INDICADORES
1. Reconocer los principales aportes y planteamientos de la Iglesia en lo Social a través del Concilio Vaticano II , y relacionándolos con su realidad.
1.1 Relaciona los aportes de su trabajo de acción social con los principales conceptos estudiados en documentos eclesiales en especial por la Gaudium et Spes.
1.2 Descubre la importancia de los valores morales para salvaguardar la vida humana y la convivencia.
1.3 Aplica a las situaciones concretas de la vida social el mensaje social de la gaudium et spes como instancia crítica de nuestra realidad para promover la construcción de un mundo nuevo.
2. Mostrar como la Gaudium et Spes trata del “estar” de la Iglesia en la Sociedad.
2.1 Resalta la colaboración de la iglesia con la sociedad, la cual toma la forma más humana de la buena vecindad, donde se exaltan la humanidad y la promoción de los derechos humanos.
2.2 Descubre la demanda social que existe en nuestra sociedad y que exige igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer en todos los ámbitos de la vida.
2.3 Explica las dificultades que encuentra la institución familiar para vivir el Evangelio.

lunes, 24 de agosto de 2009

RESUMEN DOCUMENTO DE APARECIDA GUIA DE ESTUDIO TERCER BIMESTRE 2009

1. Los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe quieren impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Señora Aparecida en el espíritu de “un nuevo Pentecostés”, y con el documento final que resume las conclusiones de su diálogo, una renovación de la acción de la Iglesia. Todos sus miembros están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él. En la senda abierta por el Concilio Vaticano II y en continuidad creativa con las anteriores Conferencias de Río de Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; y Santo Domingo, 1992, han reflexionado sobre el tema Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’ (Jn 14,6), y han procurado trazar en comunión líneas comunes para proseguir la nueva evangelización a nivel regional.
2. Ellos expresan, junto con el Papa Benedicto XVI, que el patrimonio más valioso de la cultura de nuestros pueblos es “la fe en Dios Amor”. Reconocen con humildad las luces y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial. Quieren iniciar una nueva etapa pastoral, en las actuales circunstancias históricas, marcada por un fuerte ardor apostólico y un mayor compromiso misionero para proponer el Evangelio de Cristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres. En diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumen “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural, 3).
Se han propuesto renovar las comunidades eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la transmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para que la fe, la esperanza y el amor renueven la existencia de las personas y transformen las culturas de los pueblos.
3. En ese contexto y con ese espíritu ofrecen sus conclusiones abiertas en el Documento final. El texto tiene tres grandes partes que sigue el método de reflexión teológico-pastoral “ver, juzgar y actuar”. Así se mira la realidad con ojos iluminados por la fe y un corazón lleno de amor, proclama con alegría el Evangelio de Jesucristo para iluminar la meta y el camino de la vida humana, y busca, mediante un discernimiento comunitario abierto al soplo del Espíritu Santo, líneas comunes de una acción realmente misionera, que ponga a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misión. Ese esquema tripartito está hilvanado por un hilo conductor en torno a la vida, en especial la Vida en Cristo, y está recorrido transversalmente por las palabras de Jesús, el Buen Pastor: “Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
4. La primera parte se titula La vida de nuestros pueblos. Allí se considera, brevemente, al sujeto que mira la realidad y que bendice a Dios por todos los dones recibidos, en especial, por la gracia de la fe que lo hace seguidor de Jesús y por el gozo de participar en la misión eclesial. Ese capítulo primero, que tiene el tono de un himno de alabanza y acción de gracias, se denomina Los discípulos misioneros. Inmediatamente sigue el capítulo segundo, el más largo de esta parte, titulado Mirada de los discípulos misioneros hacia la realidad. Con una mirada teologal y pastoral considera, con cierto detenimiento, los grandes cambios que están sucediendo en nuestro continente y en el mundo, y que interpelan a la evangelización. Se analizan varios procesos históricos complejos y en curso en los niveles sociocultural, económico, sociopolítico, étnico y ecológico, y se disciernen grandes desafíos como la globalización, la injusticia estructural, la crisis en la trasmisión de la fe y otros. Allí se plantean muchas realidades que afectan la vida cotidiana de nuestros pueblos. En ese contexto, considera la difícil situación de nuestra Iglesia en esta hora de desafíos, haciendo un balance de signos positivos y negativos.
5. La segunda parte, a partir de la mirada al hoy de América Latina y El Caribe, ingresa en el núcleo del tema. Su título es La Vida de Jesucristo en los discípulos misioneros. Indica la belleza de la fe en Jesucristo como fuente de Vida para los hombres y mujeres que se unen a Él y recorren el camino del discipulado misionero. Aquí, tomando como eje la Vida que Cristo nos ha traído, se tratan, en cuatro capítulos sucesivos, grandes dimensiones interrelacionadas que conciernen a los cristianos en cuanto discípulos misioneros de Cristo: la alegría de ser llamados a anunciar el Evangelio, con todas sus repercusiones como “buena noticia” en la persona y en la sociedad (capítulo tercero); la vocación a la santidad que hemos recibido los que seguimos a Jesús, al ser configurados con Él y estar animados por el Espíritu Santo (capítulo cuarto); la comunión de todo el Pueblo de Dios y de todos en el Pueblo de Dios, contemplando desde la perspectiva discipular y misionera los distintos miembros de la Iglesia con sus vocaciones específicas, y el diálogo ecuménico, el vínculo con el judaísmo y el diálogo interreligioso (capítulo cinco); por fin, se plantea un itinerario para los discípulos misioneros que considera la riqueza espiritual de la piedad popular católica, una espiritualidad trinitaria, cristocéntrica y mariana de estilo comunitario y misionero, y variados procesos formativos, con sus criterios y sus lugares según los diversos fieles cristianos, prestando especial atención a la iniciación cristiana, la catequesis permanente y la formación pastoral (capítulo sexto). Aquí está una de las novedades del Documento que busca revitalizar la vida de los bautizados para que permanezcan y avancen en el seguimiento de Jesús.
6. La tercera parte ingresa plenamente en la misión actual de la Iglesia latinoamericana y caribeña. Conforme al tema se la formula con el título La vida de Jesucristo para nuestros pueblos. Sin perder el discernimiento de la realidad ni los fundamentos teológicos, aquí se consideran las principales acciones pastorales con un dinamismo misionero. En un núcleo decisivo del Documento se presenta La misión de los discípulos misioneros al servicio de la vida plena, considerando la Vida nueva que Cristo nos comunica en el discipulado y nos llama a comunicar en la misión, porque el discipulado y la misión son como las dos caras de una misma medalla. Aquí se desarrolla una gran opción de la Conferencia: convertir a la Iglesia en una comunidad más misionera. Con este fin se fomenta la conversión pastoral y la renovación misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales. Aquí se impulsa una misión continental que tendría por agentes a las diócesis y a los episcopados (capítulo siete). Luego se analizan algunos ámbitos y algunas prioridades que se quieren impulsar en la misión de los discípulos entre nuestros pueblos al alba del tercer milenio. En El Reino de Dios y la promoción de la dignidad humana se confirma la opción preferencial por los pobres y excluidos que se remonta a Medellín, a partir del hecho de que en Cristo Dios se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, se reconocen nuevos rostros de los pobres (vg., los desempleados, migrantes, abandonados, enfermos, y otros) y se promueve la justicia y la solidaridad internacional (capítulo ocho). Bajo el título Familia, personas y vida, a partir del anuncio de la Buena Noticia de la dignidad infinita de todo ser humano, creado a imagen de Dios y recreado como hijo de Dios, se promueve una cultura del amor en el matrimonio y en la familia, y una cultura del respeto a la vida en la sociedad; al mismo tiempo se desea acompañar pastoralmente a las personas en sus diversas condiciones de niños, jóvenes y adultos mayores, de mujeres y varones, y se fomenta el cuidado del medio ambiente como casa común (capítulo nueve).
En el último capítulo, titulado Nuestros pueblos y la cultura, continuando y actualizando las opciones de Puebla y de Santo Domingo por la evangelización de la cultura y la evangelización inculturada, se tratan los desafíos pastorales de la educación y la comunicación, los nuevos areópagos y los centros de decisión, la pastoral de las grandes ciudades, la presencia de cristianos en la vida pública, especialmente el compromiso político de los laicos por una ciudadanía plena en la sociedad democrática, la solidaridad con los pueblos indígenas y afrodescendientes, y una acción evangelizadora que señale caminos de reconciliación, fraternidad e integración entre nuestros pueblos, para formar una comunidad regional de naciones en América Latina y El Caribe (capítulo diez).
7. Con un tono evangélico y pastoral, un lenguaje directo y propositivo, un espíritu in-terpelante y alentador, un entusiasmo misionero y esperanzado, una búsqueda creativa y realista, el Documento quiere renovar en todos los miembros de la Iglesia, convocados a ser discípulos misioneros de Cristo, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (EN 80). Llevando las naves y echando las redes mar adentro, desea comunicar el amor del Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos a todos los bautizados y bau-tizadas, para que proclamen con audacia a Jesucristo al servicio de una vida en plenitud para nuestros pueblos. Con las palabras de los discípulos de Emaús y con la plegaria del Papa en su Discurso inaugural, el Documento concluye con una oración dirigida a Jesu-cristo: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado” (Lc 24,29).
8. Con todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina por América Latina y El Caribe, los discípulos misioneros encuentran la ternura del amor de Dios reflejada en el rostro de la Virgen María. Nuestra Madre querida, desde el santuario de Guadalupe, hace sentir a sus hijos más pequeños que están cobijados por su manto, y desde aquí, en Aparecida, nos invita a echar las redes para acercar a todos a su Hijo, Jesús, porque Él es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6), sólo Él tiene “palabras de Vida eterna” (Jn 6,68) y Él vino para que todos “tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
PEGAR LA ANTERIOR GUIA EN EL CUADERNO DE TEORIA.
OBSERVAR VIDEOS RESUMEN DE APARECIDA:

miércoles, 19 de agosto de 2009

PERIODICO SANTO DOMINGO ACTIVIDAD EXTRACLASE

Objetivo
Los estudiantes identificarán las partes de un periódico, las características principales de la información que allí se da y las pautas necesarias para redactar una noticia con respecto al texto de Santo Domingo..
Competencias a desarrollar

Profundizar la conferencia de Santo Domingo.
Identificar las principales secciones de los periódicos.
Determinar el propósito de cada sección del periódico.
Analizar las características de cada sección.
Producir noticias y artículos periodísticos.
INDICACIONES:
A partir de una breve investigación por parte de los alumnos sobre Santo Domingo, la clase se reunirá en grupos de dos personas para analizar y discutir las partes del periódico, basados en sus observaciones a un diario nacional. Luego analizarán e identificarán las noticias y los elementos que la caracterizan, para finalmente redactar unas noticias acerca de sucesos de Santo Domingo , como evento cultural, información institucional, entre otros.
Materiales
/ hojas / colores / marcadores / Documento de Santo Domingo.
Desarrollo
Como ejercicio previo a la actividad, los estudiantes investigaran acerca de las partes que pueden componer su periódico, realice una puesta en común sobre esta información, teniendo en cuenta las siguientes cuestiones:
¿Por qué se creó Santo Domingo?
¿En qué época se inició?
¿Cómo se fueron las primeras conferencias?
¿Qué información traían?
¿Qué funciones tienen las conferencias?
Por parejas, elaboran un periódico de circulación nacional.

Palabras claves
Periódico.
Que se publica con determinados intervalos de tiempo.
Sección. En los medios de comunicación, espacio que se reserva para un tema determinado. Sección de deportes, de economía, etc .
Entrevista. Acción y efecto de entrevistar o entrevistarse. Mantener una conversación con una o varias personas acerca de ciertos extremos, para informar al público de sus respuestas.
Reportaje. Trabajo periodístico, cinematográfico, etc., de carácter informativo.
Noticia. Contenido de una comunicación antes desconocida. Hecho divulgado.

Entregarlo en las clases respectivas de Educación Religiosa.

martes, 4 de agosto de 2009

GUIA ESTUDIO SANTO DOMINGO

IV CONFERENCIA GENERAL - Santo Domingo (1992)
• Convocada por Papa Juan Pablo II
• El contexto histórico es la celebración de los 500 años del inicio de la evangelización
Tema: “Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana. Jesucristo ayer, hoy y siempre”
METODOLOGIA
–Se desarrolló una amplia etapa de consultas
–Varias conferencias Episcopales realizaron una activa preparación con amplia participación. Hubo aportes significativos.
–También se prepararon un Documento de Consulta y un Documento de Trabajo
–En la reunión se presentaron ponencias por parte de expertos nombrados por el Vaticano
–Después de un debate se estableció elaborar un documento de Conclusiones.
–A diferencia de Puebla, no hubo una campaña de difusión de las conclusiones.
CAMBIOS EN LA REALIDAD DEL CONTINENTE:
LO QUE NO HA CAMBIADO: LA INJUSTICIA SOCIAL
LO AGRAVANTE Y NUEVO: GLOBALIZACIÓN - LA TÉCNICA – LA ECONOMÍA – LA POLÍTICA – LO SOCIAL - LO CULTURAL – LA EDUCACIÓN – LOS MCS

1. La nueva evangelización
1.1. La iglesia convocada a la santidad
1.2. Comunidades eclesiales vivas y dinámicas
1.3. En la unidad del Espíritu y con diversidad de ministerios y carismas
1.4. Para anunciar el reino a todos los pueblos
2. La promoción humana
2.1. La promoción humana, una dimensión privilegiada de la nueva evangelización
2.2. Los nuevos signos de los tiempos en el campo de la promoción humana
2.3. La familia y la vida: desafíos de especial urgencia en la promoción humana
3. La cultura cristiana
3.1. Valores culturales: Cristo, medida de nuestra conducta moral
3.2. Unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afro americanas y mestizas
3.3 Nueva cultura
3.4. La acción educativa de la Iglesia
3.5. Comunicación social y cultura

1. La nueva evangelización
El sujeto de la nueva evangelización es toda la comunidad eclesial: los obispos en comunión con el papa, los presbíteros y diáconos, los religiosos y las religiosas, todos los laicos. Esta nueva evangelización tiene como finalidad formar hombres y comunidades maduras en la fe, y dar respuesta a la nueva situación actual, provocada por los cambios sociales, económicos, políticos y culturales. Además tiene la tarea de suscitar la adhesión personal a Jesucristo y a la Iglesia de tantos bautizados que viven apáticamente el cristianismo.
1.1 La Iglesia convocada a la santidad
La Iglesia es llamada a la santidad por la presencia en ella de Cristo, que la santifica con su Espíritu. Su oficio principal es predicar el Evangelio, con el Kerygma y las catequesis. La Iglesia encuentra el sentido de su convocación mediante la vida de oración, la acción de gracias y el ejercicio de la liturgia.
1. 2 Comunidades eclesiales vivas y dinámicas
La Iglesia particular, que prolonga la presencia y la acción evangelizadora de Cristo, está llamada a vivir el dinamismo de comunión-misión en las parroquias. La parroquia, comunidad de comunidades y movimientos, anima y orienta la comunión, la participación y misión de los fieles, porque es una comunidad orgánica, eucarística y misionera a la vez. Tarea principal de la parroquia es evangelizar, celebrar la liturgia, impulsar la promoción humana, fomentar la enculturación de la fe. Expresión de esta realidad son las comunidades eclesiales de base, células vivas formadas por laicos que están llamados a vivir como comunidad de fe, culto y amor.
1.3 En la unidad del Espíritu y con diversidad de dones y carismas
Es por la acción del Espíritu Santo que todos los bautizados participan de las riquezas de gracia que les regala el Señor Jesús. Es El que lleva a todos los cristianos a construir la unidad de la Iglesia desde distintos carismas y ministerios que se actualizan a través del servicio.
El ministerio de los obispos, presbíteros y diáconos es esencial en el anuncio de la palabra, en la celebración de los sacramentos y en la conducción pastoral. La vida de los consagrados, como don del Espíritu Santo, también pertenece a la vida íntima y a la santidad de la Iglesia. Están llamados a vivir fielmente los consejos evangélicos, a participar del misterio de Cristo, a irradiar los valores del Reino de Dios y a interpelar, con su vida, al mundo actual.
Los laicos son llamados por Cristo para ser agentes y destinatarios de la Buena Noticia de la salvación; como consecuencia de su bautismo, los fieles están injertados en Cristo y son llamados a vivir el triple oficio sacerdotal, profético y real, y a tener presente su perfeccionamiento espiritual y su vocación a la santidad. Los movimientos y asociaciones eclesiales, impulsados por el Espíritu Santo, son la respuesta a las situaciones de secularismo, ateísmo e indiferencia religiosa.
1.4 Para anunciar el Reino a todos los pueblos
Es Cristo que nos revela al Padre y nos introduce en el misterio de la vida trinitaria por el Espíritu. Todo pasa por Cristo, que se hace camino, verdad y vida. Por el bautismo recibimos la filiación divina, y hechos todos hijos de Dios, todos los pueblos de América latina hemos sido hechos también hermanos entre nosotros. En Él todos tenemos la liberación del pecado, de la muerte y de la esclavitud. Él da la vida en plenitud para que la Iglesia a su vez, la comunique a todos los hombres y a todos los pueblos, sin diferencia de razas, naciones o situaciones económicas.

2. La promoción humana
La doctrina social de la Iglesia es la enseñanza del magisterio en materia social y contiene principios, criterios y orientaciones para la actuación del creyente en la tarea de transformar el mundo según el proyecto de Dios. Con el mensaje evangélico la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la conversión del corazón v de la mentalidad.
2.1 La promoción humana, una dimensión privilegiada de la nueva evangelización
Nuestra fe en el Dios de Jesucristo y el amor a los hermanos tiene que traducirse en obras concretas. El seguimiento de Cristo significa comprometerse a vivir según su estilo. La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las causas que generan pobreza, porque los cristianos no) han sabido encontrar en la fe la fuerza necesaria para enfrentarse a los desafíos ideológicos, políticos y económicos.
2.2 Los nuevos signos de los tiempos en el campo de la promoción humana
Derechos humanos. Cristo es la fuente que garantiza la dignidad de la persona humana y de sus derechos. Toda violencia de los derechos humanos contradice el Plan de Dios y es pecado. La Iglesia al proclamar el evangelio, raíz profunda de los derechos del hombre, no se arroga una tarea ajena a su misión, sino, por el contrario, obedece al mandato de Jesucristo que hace de la ayuda al necesitado una exigencia esencial de su misión evangelizadora.
Ecología. La creación es obra de la Palabra de Dios y de la presencia del Espíritu que aleteaba sobre todo lo creado. Esta fue la primera alianza de Dios con nosotros. Cuando el ser humano, llamado a entrar en esta alianza de amor, se niega, el pecado del hombre afecta su relación con Dios y al mismo tiempo con toda la creación.
La tierra: don de Dios. La tierra es el primer signo de la Alianza de Dios con el hombre, ya que Dios, al crear a Adán lo colocó en el jardín de Edén para que lo labrara y lo cuidara como administrador y no como dueño. Los límites en el uso de la tierra miran a preservar la justicia y el derecho que todos tienen a acceder a los bienes de la creación, que Dios destinó al servicio de todo hombre que viene a este mundo.
Empobrecimiento y solidaridad. Cristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Esta es la invitación que él nos hace para que los cristianos podamos dar testimonio auténtico de pobreza evangélica en nuestra vida, y en nuestras estructuras eclesiales. Descubrir el rostro del Señor en los rostros sufrientes de los pobres y marginados es algo que desafía a todos los cristianos a una profunda conversión personal y eclesial.
Trabajo. El trabajo tiene su origen en la vocación co-creadora del hombre como imagen de Dios; y ha recibido su dignificación en Jesús, trabajador e hijo de carpintero. La Iglesia como depositaria y servidora del mensaje de Jesús, ha visto siempre al hombre como sujeto que dignifica el trabajo, realizándose a su mismo y perfeccionando la obra de Dios, para hacer de ella una alabanza al Creador y un servicio a los hermanos.
Orden democrático. Jesucristo, como) enviado) del Padre, vino a anunciar la Buena Noticia y a instaurar el Reino de Dios. Mediante la conversión los hombres pueden lograr una nueva vida según Dios, y un nuevo tipo cíe convivencia y relación social. La Iglesia respeta la legítima autonomía del orden temporal y no tiene un modelo específico de régimen político; fiel a la misión que le otorgó su fundador, ayuda en la construcción de una sociedad donde primen los valores evangélicos.
Nuevo orden económico. La Iglesia es consciente del nuevo orden económico que se está gestando a nivel mundial y que está afectando mucho a América latina. Juan Pablo) II en la "Centesimus Annus" dice que es lícita la libre actividad de los individuos en el mercado, aunque debe tener en cuenta sus límites. Toda la sociedad está llamada a promover el valor de la persona, la honradez, el respeto a la vida y a la justicia por los más pobres y necesitados. Juan Pablo II afirma que es absolutamente necesario encontrar las fórmulas para reducir, dilacionar o extinguir la deuda externa de nuestros países, favoreciendo el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso.
2.3 La familia y la vida: desafíos de especial urgencia en la promoción humana
La Iglesia sabe que el futuro de ha humanidad se fragua en ha familia. Eh matrimonio y la familia en el proyecto original de Dios son instituciones de origen divino, y no son producto de ha voluntad humana. El hombre y ha mujer, siendo imagen y semejanza de Dios, que es amor, son llamados a vivir en el matrimonio eh misterio de la comunión y relación trinitaria.
En el plan de Dios creador y redentor ha familia descubre no sólo su identidad sino también su misión: custodiar, revelar y comunicar el amor y la vida, a través de cuatro cometidos fundamentales:
a) La misión de ha familia es vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas que se caracteriza por ha unidad y la indisolubilidad.
b) Ser "como el santuario de la vida", servidora de ha vida, ya que eh derecho a ha vida es la base de todos los derechos humanos. Este servicio no se reduce a ha sola procreación, sino que es ayuda eficaz para la transmisión y educación de los valores cristianos y humanos.
c) Ser "célula primera y vital de la sociedad". Por su naturaleza y vocación la familia debe ser promotora del desarrollo, protagonista de una auténtica política familiar.
d) Ser " Iglesia doméstica" que acoge, vive, celebra y anuncia la palabra de Dios, el santuario donde se edifica la santidad y desde donde la Iglesia y el mundo pueden ser santificados.

3. La cultura cristiana
La cultura nace con el mandato inicial de Dios a los seres humanos: creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla (Gn 1,28-30). Cuando el Verbo se hizo carne, asumió toda la realidad humana, excepto el pecado; por esta encarnación eh Hijo de Dios entra también en la cultura, y viene a ser así la medida de todos los aspectos humanos, incluyendo todos los valores y expresiones culturales.
Se puede hablar de cultura cristiana, dice Juan Pablo II, cuando la vida de un pueblo ha sido penetrada interiormente hasta situar el mensaje evangélico en la base de su pensar, en sus principios (he vida, en sus criterios de juicio, en sus normas de acción.
Por medio de la enculturación la Iglesia encarna eh evangelio en las diversas culturas, e introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad; transmite a las mismas culturas sus propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro. La tarea de enculturación de la fe es propia de las Iglesias particulares bajó la dirección de sus pastores, con ha participación de todo el pueblo de Dios.

3.1 Valores culturales: Cristo, medida de nuestra conducta moral.
La moral cristiana sólo se entiende dentro de la Iglesia y se plenifica en la eucaristía. El cristiano es consciente que debe caminar hacia y con Cristo para realizar ha moral cristiana. Esta es ha forma de vida del creyente, que con la gracia sacramental vive la alegría de la salvación y abunda en frutos de caridad para ha vida del mundo. Consciente de la necesidad de seguir a Cristo, el cristiano se empeña en la formación de la propia conciencia. De esta formación, tanto individual como colectiva, de la madurez de mentalidad, de su sentido de responsabilidad y de la pureza de las costumbres depende el desarrollo y la riqueza de los pueblos.

3.2 Unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afro americanas y mestizas
La analogía entre la encarnación y la presencia cristiana en el contexto socio-cultural e histórico de los pueblos nos lleva al planteamiento teológico de la enculturación; la cual es un proceso conducido desde eh evangelio hasta el interior de cada pueblo y comunidad. La Iglesia defiende los auténticos valores culturales de todos los pueblos, especialmente de los oprimidos, indefensos y marginados, ante la fuerza arrolladora de las estructuras de pecado manifiestas en la sociedad moderna.
3.3 Nueva cultura
América latina está profundamente marcada por la cultura occidental. El impacto que ha producido la cultura moderna con sus valores y contravalores: la centralidad del hombre; la absolutización de la razón, el olvido de Dios, relegado a un problema de conciencia personal, ha llevado a desafiar la evangelización de la cultura. La Iglesia es consciente de esta realidad, y mediante el nuevo anuncio del evangelio, vuelve a proponer al hombre moderno la necesidad de un camino hacia la evangelización de la cultura.
3.4 La acción educativa de la Iglesia
Así cómo la educación es la asimilación de la cultura, así la educación cristiana es la asimilación de la cultura cristiana; es la enculturación del evangelio en la propia cultura. La educación cristiana se funda en una verdadera antropología cristiana, que significa la apertura del hombre hacia Dios como Creador y Padre; apertura hacia los demás como a sus propios hermanos; y apertura hacia la naturaleza como obra de Dios. En la situación actual encontramos una pluralidad de valores que nos interpelan, y que son ambivalentes. Surge la necesidad de confrontar los nuevos valores educativos con Cristo revelador (leí misterio del hombre; si estos valores están ordenados a Cristo como su fundamento y término, entonces se puede hablar de una verdadera educación cristiana; de otra manera puede hablar de Cristo, sin embargó no es cristiana.
3.5 Comunicación social y cultura
La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación. Cada persona y cada grupo humano desarrolla su identidad en el encuentro con otros. Esta comunicación es el camino necesario para llegar a la comunión. Dios, el totalmente otro, se ha revelado en Cristo, Palabra eterna, el cual sale al encuentro del hombre, y de él espera una respuesta libre. Este encuentro con el Verbo encarnado es crecimiento, es camino a la santidad. Así se da una relación íntima entre evangelización, promoción humana y cultura, fundada en la comunicación. La Iglesia sabe que hoy nos encontramos en la nueva cultura de la imagen, y que el mensaje evangélico debe inculturarse en esta cultura, y llegar así a hacerla expresiva de Cristo, la máxima comunicación.
Bibliografía: CELAM. SANTO DOMINGO 1992.
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