viernes, 27 de febrero de 2009

GUIA : ETAPAS DESARROLLO DE LA D.S.I 1er BIMESTRE

ESTA GUIA SERA TEMA DE EVALUACION PARA LA SEMANA DEL 9 al 13 DE MARZO. DICHA GUIA DEBE ESTAR PEGADA EN EL CUADERNO DE TEORIA. sera revisada en las clases.
Encíclica: Es un documento del Papa, en forma de carta, dirigida a los obispos, a los sacerdotes, a los laicos y a todas aquellas personas de buena voluntad dispuestas a escucharle.
En el texto trata temas de carácter doctrinal, social, pastoral... y debe ser tenido en cuenta por todos los cris­tianos que deseen ser fieles a la doctrina que surge del Evangelio de Jesús.
1. Etapas de su desarrollo
Podemos distinguir dos etapas en la Doctrina Social de la Iglesia, separadas por un período de transición.
Primera etapa (1891 -1958)
Abarca desde León XIII hasta el momento en que es elegido Papa Juan XXIII.
Los temas que abordan las encíclicas de los Papas de esta época son, sobre todo, las diferencias económicas y los conflictos sociales fruto de la Revolución Indus­trial. Es la llamada cuestión obrera o cuestión social.
— León XIII: Rerum Novarum (1891) — Pío XI: Cuadragésimo Anno (1931)
Período de transición (1958-1963)
Comprende todo el pontificado del papa Juan XXIII. Sus dos grandes encíclicas sociales, la Mater et Magistra y la Pacem in Terris, se abren a todos los problemas de la humanidad.
Fue él quien convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) con el que se inicia la siguiente etapa.
— Juan XXIII: • Mater et Magistra (1961) • Pacem in Terris (1963)
Segunda etapa (desde el Concilio Vaticano hasta nuestros días)
Recorre todo este período una preocupación básica y urgente: qué hacer para su­perar los enormes problemas que comporta el desarrollo creciente de unos y el subdesarrollo también creciente de la mayor parte de los seres humanos y cómo conseguir condiciones de vida dignas para todos.
Son encíclicas que se abren a las dimensiones del mundo y ponen el acento en la necesidad de comprometerse en acciones que hagan posible un mundo habi­table para todos.
— Concilio Vaticano II: • Gaudium et Spes (1965)
— Pablo VI: • Populorum Progressio (1967)
— Juan Pablo II: • Laborem Exercens (1981)
• Sollicitudo Reí Socialis (1987)
• Centesimus Annus (1991)

2. Principales documentos de la Doctrina Social de la Iglesia
2.1. León XIII y Pío XI ante la cuestión social
• Rerum Novarum
Fue publicada por León XIII en 1891 y tuvo una gran repercusión tanto en los ambientes cristianos como en los ámbitos civiles de su época.
Esta relevancia se explica porque aparece en un momento de plena ex­pansión del capitalismo industrial y del liberalismo económico, a los que se contraponen las corrientes del socialismo científico y del anarquismo.
Ante esta situación compleja, la encíclica:
• Denuncia los abusos que se dan en el mundo laboral y la situación deplorable en que se encuentra el proletariado a causa de la implantación de los modelos económicos de corte liberal y capitalista.
• Rechaza que la solución de los problemas planteados sea el socialismo, que intenta abolir la propiedad privada y propone la lucha de clases y el lai­cismo.
• Propone una vía cristiana a los problemas de los obreros: una propiedad pri­vada asequible a todas las personas, unos salarios justos y suficientes para el obrero y su familia, el derecho de los trabajadores a asociarse para defen­der sus derechos, unas condiciones de trabajo dignas y el descanso nece­sario.

— Cuadragésimo Anno
A los cuarenta años de la Rerum Novarum de León XIII, en 1931, el papa Pío XI publica la Cuadragésimo Anno, que enlaza con las enseñanzas de la Rerum Novarum, pero adaptándolas a una situación distinta.
En efecto, el capitalismo liberal ha dejado paso a un capitalismo interven­cionista y de grandes monopolios que sufre una grave crisis cuya máxima expresión es el hundimiento de la Bolsa de Nueva York en 1929.
Es una época de grandes cambios desde el punto de vista político:
— Europa se ha visto sacudida por la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Revolución Rusa de 1917, con la implantación del comunismo como sistema alternativo al capitalismo.
— Están afianzándose en Europa diferentes tipos de totalitarismo, como el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia.
— Se ha dividido el socialismo en dos corrientes: el comunismo, que pro­pugna la lucha de clases y la abolición de la propiedad privada, y el so­cialismo, que pretende la transformación social pero sin lucha violenta y sin eliminar la propiedad privada.


Ante esta situación, la Cuadragésimo Anno:
• Plantea la cuestión social insistiendo y ampliando las propuestas de la encí­clica Rerum Novarum. Lo hace teniendo como punto de referencia no sólo la situación interna de cada empresa, sino la vida económica y social con toda su globalidad y complejidad.
• A pesar de reconocer la diferencia entre socialismo y comunismo, la encíclica considera que la única solución posible ante el desorden social existente es el llamado solidarismo cristiano, basado en la justicia y en la caridad, y cues­tiona, desde diferentes perspectivas, al capitalismo, al comunismo y al socia­lismo, los tres sistemas de organización económica y social existentes.
• En realidad, los dos problemas principales que preocupan a Pío XI son la gran concentración de capital en manos de unos pocos y la lucha de clases.
•Cuadragésimo Anno afirma el derecho a la propiedad privada, propone crite­rios para una correcta relación entre capital y trabajo, marca los puntos de re­ferencia para que un salario se pueda considerar justo, critica que el principio fundamental de la vida económica sea obtener el máximo beneficio...

2.2. Las aportaciones de Juan XXIII
Elegido Papa en 1958, Juan XXIII tuvo un pontificado breve, ya que murió en 1963. En este breve período de tiempo imprimió un profundo aire de reno­vación a toda la Iglesia, inició el Concilio Vaticano II y publicó dos encícli­cas sociales que tuvieron gran resonancia tanto en la Iglesia como en la sociedad: la Mater et Magístra y la Pacem in Terris.
La enseñanza social de Juan XXIII tiene en cuenta la situación de la socie­dad de su época:
— Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se hallaba dividido en dos bloques antagónicos: el neocapitalista, liderado por EE.UU., y el comunista, formado por la Unión Soviética y países satélites. Este enfrentamiento, conocido como guerra fría, originó una carrera de arma­mentos con nuevas armas de destrucción masiva: atómicas, químicas, bacteriológicas... Sin embargo, durante su pontificado se produce una cierta distensión entre los dos grandes países contrapuestos: EE.UU. y la URSS.
— El socialismo se ha apartado notablemente de las tesis colectivistas y se presenta no beligerante contra la Iglesia.
— Es un período en el que hay un notable desarrollo económico en los paí­ses del Primer Mundo que, con frecuencia, impide ver la pobreza en que se hallan los hombres y mujeres de los países subdesarrollados, muchos de los cuales acaban de finalizar su proceso de descolonización.
— Se toma conciencia del grave problema de la superpoblación de nues­tro planeta.

• Mater et Magistra (1961)
En ella, el Papa, entre otras aportaciones:
• Aborda los grandes problemas del momento con una perspectiva optimista y confía en que se podrán encontrar solucio­nes que los resuelvan. Presenta a Dios como la base del orden moral y social.
• Concede una gran importancia al trabajo como medio de promoción humana y reclama respeto a la dignidad de los tra­bajadores.
• Reconoce que el principal problema del mundo radica en las enormes diferencias existentes entre países ricos y países pobres, y señala las líneas básicas de una política que equilibre las desigualdades sociales.
• Pide a las naciones ricas que sean solidarias y cooperen con las naciones desfavorecidas, evitando toda forma de neocolonialismo.
• Propugna una regulación de la explosión demográfica que tenga en cuenta las normas morales.
• Intenta promover el compromiso de la comunidad cristiana ante estos temas de candente actualidad.
• Pacem in Terris (1963) En ella, Juan XXIII:
• Aporta planteamientos nuevos en la Doctrina Social de la Iglesia: el orden mun­dial y una autoridad que lo regule, una valoración positiva y una concreción de los derechos humanos, la aceptación de la separación entre Iglesia y Estado, la aprobación explícita de la democracia, el rechazo de la carrera de armamen­tos, la apertura a la colaboración con personas y grupos de buena voluntad, aun­que no sean católicos.
• Propone unos puntos de referencia que no se pueden olvidar: Dios como fun­damento del orden social, la importancia de la dignidad humana, la valoración del Derecho natural y del bien común.
• Pone de relieve la dignidad del ser humano, desarrolla los derechos huma­nos a la luz del Evangelio y en sintonía con la Declaración proclamada por la ONU en 1948.
• Pide que la autoridad esté realmente al servicio del bien común de los ciu­dadanos, que respete sus derechos y que el desarrollo económico vaya a la par de un auténtico progreso social.
• Señala que las relaciones entre los Estados han de basarse en la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad. Sólo así será posible una paz auténtica.
• Propugna el establecimiento de una auténtica autoridad mundial, aceptada por todos, que promueva el bien común del conjunto de las naciones. Mientras, aun reconociendo sus limitaciones, vale la pena impulsar el papel de la ONU.
• Finalmente, llama a los católicos a ser coherentes con su fe en la vida pública.

viernes, 6 de febrero de 2009

GUIA DE ESTUDIO - IDRISCA Primer Bimestre 2009


Estimados estudiantes con la lectura que esta a continuación usted presentará un trabajo escrito personal, donde pondrá en práctica la técnica IDRISCA; TÉCNICA DE LECTURA: Una propuesta para leer "A puro pulso" en todos los espacios académicos.

La técnica lectora!, para que Usted la aplique es así:

1er. Momento:
Lectura silenciosa indivi­dual.
2do. Momento:
Lectura de análisis indivi­dual; el estudiante debe escribir; así:
• Identificar palabras claves: estas se encuentran varias ve­ces en el párrafo o tiene rela­ción con el tema.
• Definir palabras claves: el estudiante da el significado a la palabra y luego la consulta en el diccionario
• Relacionar pala­bras claves: con las palabras y defini­ciones dadas el estudiante está en capacidad de escri­bir un texto.
• Ideograma: realiza un dibujo, mapa conceptual, u otra técnica, con la lec­tura.
• Síntesis: realiza el resumen del capí­tulo.
• Conclusiones: a que llega con la lectura.
• Aporte personal: qué le deja para su vida lo leído.

3er. Momento:
Lectura de socialización de los escritos. (Se escogerán los mejores trabajos)

4to. Momento:
Lectura evaluación. El docente evaluará el proceso que usted respeto y por eso debe ser muy claro en su exposición; este trabajo hará parte del primer logro para el bimestre.
Presentarlo en hoja carta con portada, en letra arial 12. El profesor indicara en la clase la fecha de entrega del trabajo.” Es individual”. “ sise detecta plagio se anulara “.

LECTURA: MITOS DEL HOMBRE MODERNO
Como hemos dicho, el hombre arreligioso en estado puro es un fenómeno más bien raro, incluso en la más desacralizada de las sociedades modernas. La mayoría de los hombres «sin-religión» se siguen comportando religiosamente, sin sa­berlo. No sólo se trata de la masa de «supersticiones» o de «tabús» del hombre moderno, que en su totalidad tienen una estructura o un origen mágico-religioso. Hay más: el hombre moderno que se siente y pretende ser arreligioso dispone aún de toda una mitología camuflada y de numerosos ritualismos degradados. Como hemos mencionado, los regocijos que acompañan al año nuevo o a la instalación en una nueva casa presentan, en forma laica, la estructura de un ritual de renova­ción. Se descubre el mismo fenómeno en el caso de las fiestas y alborozos que acompañan al matrimonio o al nacimiento de un niño, a la obtención de un nuevo empleo, de una promo­ción social, etc.
Se podría escribir todo un libro sobre los mitos del hombre moderno, sobre las mitologías camufladas en los espectáculos de que gusta, en los libros que lee. El cine, esa «fábrica de sueños», vuelve a tomar y utilizar innumerables motivos míti­cos: la lucha entre el héroe y el monstruo, los combates y las pruebas iniciáticas, las figuras y las imágenes ejemplares (la «joven», el «héroe», el paisaje paradisíaco, el «infierno», etc.). Incluso la lectura comporta una función mitológica: no sólo porque reemplaza el relato de mitos en las sociedades arcaicas y la literatura oral, todavía con vida en las comunidades rura­les de Europa, sino especialmente porque la lectura procura al hombre moderno una «salida del tiempo» comparable a la efectuada por los mitos. Bien se «mate» el tiempo con una no­vela policíaca, o bien se penetre en un universo temporal ex­traño, el representado por cualquier novela, la lectura proyec­ta al hombre moderno fuera de su duración personal y le inte­gra en otros ritmos, le hace vivir en otra «historia».
La gran mayoría de los «sin-religión» no se han liberado, propiamente hablando, de los comportamientos religiosos, de las teologías y mitologías. A veces les aturde una verdadera algarabía mágico-religiosa, pero degradada hasta la caricatu­ra, y por esta razón difícilmente reconocible. El proceso de desacralización de la existencia humana ha desembocado más de una vez en formas híbridas de magia ínfima y de religiosi­dad simiesca. No pensamos en las innumerables «pequeñas religiones» que pululan en todas las ciudades modernas, en las iglesias, en las sectas y en las escuelas pseudoocultistas, neoespiritualistas y sedicentes herméticas, pues todos estos fenóme­nos pertenecen aún a la esfera de la religiosidad, aunque se trate casi siempre de aspectos aberrantes de pseudomorfosis. Tampoco hacemos alusión a los diversos movimientos políti­cos y profetismos sociales, cuya estructura mitológica-y fana­tismo religioso son fácilmente discernibles. Bastará, para po­ner sólo un ejemplo, recordar la estructura mitológica del co­munismo y su sentido escatológico. Marx recoge y continúa uno de los grandes mitos escatológicos del mundo asianomediterráneo, a saber: el del papel redentor del justo (el «elegi­do», el «ungido», el «inocente», el «mensajero»; en nuestros días, el proletariado), cuyos sufrimientos son llamados a cam­biar el estatuto ontológico del mundo. En efecto, la sociedad sin clases de Marx y la desaparición subsiguiente de las tensio­nes históricas encuentran su más exacto precedente en el mito de la Edad de Oro que, según múltiples tradiciones, caracteri­za el comienzo y el fin de la historia. Marx ha enriquecido este mito venerable con toda una ideología mesiánica judeo-cristiana: por una parte, el papel profético y la función soteriológica que asigna al proletariado; por otra, la lucha final entre el bien y el mal, que puede parangonarse sin dificultad con el conflicto apocalíptico entre Cristo y el anticristo, seguida de la victoria decisiva del primero. Es incluso significativo que Marx vuelva a echar mano, por su cuenta y riesgo, de la espe­ranza escatológica judeo-cristiana de un fin absoluto de la his­toria; en esto se separa de los demás filósofos historicistas (por ejemplo Croce y Ortega y Gasset), para quienes las tensio­nes de la historia son consustanciales a la condición humana y nunca pueden ser abolidas por completo.
Pero no es sólo en las «pequeñas religiones» o en las místi­cas políticas donde se encuentran comportamientos religiosos camuflados o degenerados: se los reconoce incluso en los mo­vimientos que se proclaman francamente laicos, incluso anti­religiosos. Así, en el desnudismo o en los movimientos en pro de la libertad sexual absoluta, ideologías donde se pueden en­trever las huellas de la «nostalgia del paraíso», el deseo de reintegrarse al estado edénico anterior a la caída, cuando no existía el pecado y no se daba una ruptura entre la bienaventu­ranza carnal y la conciencia.
M. Eliade,
Lo sagrado y lo profano, 172-174.